Guía rápida para la dinamización de asambleas populares y la toma de decisiones por consenso, por Acampada Cuenca

La presente Guía Rápida pretende facilitar y dinamizar el desarrollo de las distintas Asambleas Populares generadas tras el inicio del Movimiento 15 de mayo. En ningún caso ofrece un modelo cerrado que no pueda adaptarse, modificarse o cambiarse. Su objetivo es llevar a la práctica la democracia directa y participativa.

Reflexión abierta de Pensamiento Colectivo

 Queremos compartir algunas de nuestras impresiones pero os animamos a que sigan siendo reflexionadas y debatidas, creemos que es necesario dedicarnos a pensar sobre un punto muy importante del movimiento: el pensamiento colectivo. El pensamiento colectivo es totalmente opuesto al sistema actual que se rige por un pensamiento individualista. Por tanto es difícil de asimilar y aplicar. Necesitamos tiempo, es un proceso largo. Normalmente ante una decisión dos personas con ideas opuestas tenderán a enfrentarse y defender ferozmente sus ideas poniendo como objetivo convencer, ganar o a lo sumo llegar a un punto medio. El objetivo del pensamiento colectivo es construir. Es decir dos personas con ideas diferentes ponen sus energías en construir algo. No se trata entonces de mi idea o la tuya. Son las dos ideas juntas las que darán un producto nuevo que a priori no conocíamos ni tu ni yo. Por eso es tan necesaria la escucha activa en la que no sólo estamos preparando la réplica que vamos a dar. El pensamiento colectivo nace cuando entendemos que todas las opiniones, las nuestras y las diferentes, todas, son necesarias para generar la idea de consenso. Una idea que tras su construcción de forma indirecta nos transforma.
  Ánimo, estamos aprendiendo, somos capaces de conseguirlo, sólo necesitamos tiempo.

Conceptos básicos:

 ¿Qué Es una Asamblea Popular? Es un órgano de toma de decisiones participativo que busca el consenso. Se buscan los mejores argumentos para tomar la decisión más acorde con las diferentes opiniones, no posicionamientos enfrentados, como ocurre cuando se vota. Su desarrollo debe ser pacífico, respetando todas las opiniones, hay que dejar los prejuicios y las ideologías en casa. Una asamblea no debe centrarse en un discurso ideológico, sino en cuestiones prácticas “¿qué necesitamos? ¿Cómo lo conseguimos?”. La asamblea se basa en la libre asociación. Toda persona es libre de hacer lo que quiera, la asamblea busca generar inteligencia colectiva, unas lí-neas comunes de pensamiento y acción. Fomenta el diálogo, conozcámonos unas a otras.

 ¿Qué tipos de Asamblea empleamos hasta la fecha? Asambleas de Grupos de Trabajo, Asambleas de Comisiones, Asambleas de Barrio, Asambleas Populares. Asambleas Generales base de acampadasol y Asambleas Generales base de Madrid (acampadasol + barrios pueblos y localidades). Éstas (Generales) son la última instancia deliberativa, a partir de la cual se adoptan los consensos finales para articular las distintas líneas de Acción Conjunta del Movimiento 15-M de  cada ciudad.

 ¿Qué es un Consenso? Es la forma de decisión final de las Asambleas en  cada propuesta concreta que se comparte. Las propuestas pueden ser presentadas desde una Comisión, con el buzón de propuestas, via informática (redes sociales, mail, etc) o desde una persona a título individual. El consenso se alcanza cuando en la asamblea NO hay ninguna postura rotundamente en contra con la presentada. Toda propuesta debería atender a esta fórmula: ¿QUÉ se propone? ¿PARA QUÉ se propone?  ¿CÓMO se desarrollaría dicha Propuesta si se llega al consenso?.

 ¿Qué es un Consenso Directo? Consenso alcanzado SIN opiniones en contra, de forma directa: Propuesta-Consenso.

 ¿Qué es un Consenso Indirecto? Consenso alcanzado después de debatir posturas diferentes ante una misma propuesta que NO ha alcanzado un Consenso Directo.

Reflexión abierta sobre algunos Contenidos Teóricos

¿Qué es la organización horizontal?
Es una manera de organización social que implica la igualdad de todas las personas participantes de un colectivo o sociedad. El método que se utiliza en los modos de organización horizontal de una sociedad o colectivo es el método asambleario.

¿Qué es una Asamblea?
Una Asamblea es un espacio de encuentro desde la igualdad, entre personas que tienen un fin común. Pueden ser de información: en la que las personas participantes exponen informaciones de interés común, es decir no se hace debate; de reflexión: se trata de pensar conjuntamente sobre un tema, una situación, una problemática. Se necesita dar información, pero no hay que llegar a ninguna decisión en ese momento; o de decisión:implica que el grupo debe llegar a alguna conclusión o resolución común acerca del tema trabajado. Para llegar a ello es necesario que se den los dos pasos anteriores (tener información y pensar sobre ella), para llegar a la construcción de un consenso.

¿Qué entendemos por consenso?
El consenso es la elaboración colectiva de una solución o decisión sobre un tema en común. No es la elaboración de una propuesta que incluya todas las necesidades individuales, sino la síntesis de todas las opiniones individuales para la construcción de la mejor opción para el objetivo común del colectivo, e implica:
-Tener muy claro el objetivo común del colectivo.
-Tener conciencia de que lo colectivo se construye a partir de las aportaciones y saberes de cada individuo, por lo que es necesaria la comunicación, escucha y respeto de las opiniones de cada individuo.
-Saber que no es una competencia, es una construcción.
-Saber que requiere un proceso y darle el tiempo y pasos necesarios para ello.
 Los pasos necesarios son:
-Crear un clima grupal de relajación, escucha, respeto y complicidad entre el grupo.
-Dejar muy clara la tarea que se ha de trabajar.
-Brindar la información de cada individuo o subgrupo, para que sirva de elementos de análisis para la reflexión.
-Hacer una reflexión.
-Empezar a construir la propuesta partiendo de los puntos que están claramente en común.
-Ir avanzando paso a paso en la elaboración de la propuesta a través del pensamiento colectivo.
-Celebrar la consecución del mismo.

¿Qué entendemos por pensamiento colectivo?
Algo así como el resultado de la síntesis de las inteligencias e ideas individuales, no una sumatoria ecléctica, sino la síntesis. Las inteligencias individuales puestas al servicio del bien común, la creación a partir de la diferencia, entender la diferencia como un elemento que aporta enriquecimiento de la idea común e implica:
-Sentirse parte de un todo
-Dejarte permear con lo del otro
-No sentir al otro como un contrincante, sino como un componente del todo en igualdad de condiciones
-Respetar las opiniones no por disciplina sino por deseo
-Tener una actitud positiva para poder ver lo que une, no lo que separa
-Ir a favor en lugar de ir en contra
-Pensar a priori que el otro me va a enriquecer
-No reaccionar inmediatamente, permitir que lo que dice el otro sedimente en mí.

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Os metéis la beneficencia..., por Maite Aldaz


Hace unos días encontré una noticia con este titular en una publicación en Internet. Intrigada por el título comencé a leerla. Enseguida me llamó la atención que el titular no parecía corresponderse con la forma en la que estaba redactado el contenido, ni con el contenido mismo. Pero, sí, sí que guardaba relación. En esta noticia se reproducían y cuestionaban las declaraciones de un obispo de la Iglesia católica en relación a los suicidios provocados por los desahucios. Este “buen hombre” quería “aclarar” las cosas para que no nos lleváramos a engaño. Los suicidios, en su opinión, nada, o muy poco, tienen que ver con los desahucios. La verdadera causa de los suicidios no es otra que la “pérdida de los valores familiares”. Ay que ver, pensé, estos no desaprovechan ocasión. 
  Pero, claro, el hecho de que unas declaraciones de este tipo se hagan públicas con tal desparpajo, seguí pensando, indica también que en nuestro imaginario social se están introduciendo mensajes muy reaccionarios que van adquiriendo condición de normalidad a golpe de telediario, serie de televisión y/o anuncio publicitario. 
  A lo largo del pasado mes de diciembre, incluso en noviembre, paseando por las calles de Cuenca, yendo a los centros de salud de la ciudad, a los supermercados, o a las bibliotecas he encontrado diferentes modalidades de carteles, anuncios, indicaciones, peticiones, etc. para recoger alimentos, hacer trabajos de voluntariado, o recoger juguetes para niños y niñas. Las juventudes de la formación política municipal mayoritaria, incluso anunciaban su presencia en la calle central comercial de la ciudad para recoger juguetes y alimentos. Algo parecido hicieron las juventudes de la oposición. He visto lustrosas fotografías de concejalas, junto a miembros de organizaciones no gubernamentales y voluntarios en las portadas de la prensa local. Fotografías y vídeos de empresarios, de políticos, de alcaldes, agradeciendo la recogida de alimentos para “los necesitados”. Y esto me ha llevado a preguntarme ¿Necesitados de qué?, ¿qué es lo que necesitan/necesitamos “los necesitados”? 
  Para mí la cosa está bastante clara. Yo, como “necesitada”, lo que necesito y defiendo es mi, y la de cualquiera, independencia económica. No necesito beneficencia. Es más la beneficencia no sólo es una ofensa en toda regla para cualquier persona, sino que además contribuye activamente a la reproducción de la desigualdad social. Y voy a explicar por qué. 
  La beneficencia nos hace a “los necesitados” dependientes. Dependientes de aquellos a quienes les sobra y nos quieran dar alguna de las migajas que tiran a la basura, sea en forma de juguete, de alimento, o de trabajo. 
  A las personas no nos gusta mendigar. Nos gusta disfrutar de nuestra independencia, nos gusta poner en práctica nuestras capacidades para contribuir a mejorar en lo que podamos la sociedad en la que vivimos. Nos gusta saber que dependemos unas de otras pero no de manera jerárquica, sino horizontalmente. Nos gusta saber que podemos encontrar un trabajo sin tener que trepar, pisando al de al lado o sin tener que “bailarle el agua a nadie”, sea a personas con poder e influencias en las empresas, en la política, en la universidad o en la Iglesia. 
  Cuando va más allá del socorro a una situación de emergencia, la beneficencia es indignante porque lo que reproduce es una relación de desigualdad y dependencia extrema en la que aquellos que más tienen (sea dinero, contactos, influencias o bienes), “los benefactores”, siguen acumulando cuanto más mejor a costa de los que tienen menos. Y además, pueden hacerse tomar fotografías para adornar su imagen pública. Esto por no hablar de los beneficios fiscales que comporta. 
  En el escenario actual, el cambio de la constitución hizo posible que el Estado español diese el dinero público, el de todos y todas, a los bancos, es decir, justamente a quienes nos han llevado a esta ruinosa situación. Mientras las personas, cada vez en mayor número, nos vamos convirtiendo en “necesitadas”. La sanidad se privatiza, y ¿quiénes se enriquecen y a quienes empobrece esta privatización? Lo mismo ocurre con la educación, ¿cuántos profesores y profesoras están sin trabajo?, ¿cuántos opositores y opositoras han perdido el derecho conseguir un trabajo digno? ¿Cuántas familias están pasando necesidades?, ¿cuántas familias están en la calle? ¿Cuántos y cuantas trabajadoras en paro o en precario? 
  Poner la beneficencia en valor es un mensaje altamente reaccionario y particularmente indignante para quienes nos encontramos en una situación económica precaria. Es un mensaje con una larga tradición en este país que no hace muchos años salió de una penosa dictadura. Y es un mensaje que no podemos permitirnos incorporar a nuestra normalidad cotidiana. 
  El amor propio, la dignidad y el respeto que nos debemos como personas tiene que dirigirse a que hagamos lo posible por cambiar esta situación, a que exijamos una auditoría de la deuda, a que exijamos que se clarifique quienes son los que nos están estafando y a que paguen por ello. No queremos beneficencia, queremos simplemente lo que nos pertenece como seres humanos: nuestros derechos sociales. 
  Es hora de que los “necesitados” nos organicemos, de que a su expolio y su beneficencia verticales opongamos nuestra solidaridad horizontal. Así como ha surgido la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) para luchar contra los desahucios o las plataformas en defensa de los servicios públicos, es hora de que afloren las asambleas de trabajadores y trabajadoras en paro y en precario como afectadas de primer orden por el expolio social, con su voz, sus reivindicaciones y sus acciones propias. 

Maite Aldaz.



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El nuevo proletariado, por Juan Pedro García del Campo

Las modificaciones más profundas de la relación social basada en el dominio capitalista se produjeron después de la segunda gran guerra. Vencido el fascismo y consolidado un ámbito geográfico (la llamada «Europa del este») en el que la explotación no podía asentarse sobre la propiedad privada, la irreductibilidad de las fuerzas organizadas del proletariado, la potencia demostrada frente a la estrategia tendente a imponer el dominio de manera agresiva, llevaron a las mentes del orden a planificar una nueva estrategia: garantizar el poder y la apropiación mediante un cierto compromiso que anulara la evidencia de la desigualdad y que generase un consentimiento mayoritario (que anulase el conflicto abierto moderando sus causas): una renuncia al beneficio ilimitado, una mayor participación obrera en la riqueza obtenida, mediante políticas activas contra las bolsas de paro, políticas de desarrollo intensivo y extensivo, aumento ocasional de los salarios ligando su crecimiento al de la productividad o generación de un espacio de concordia estructural en torno a los «gastos sociales». Superación de la crisis y recomposición de la obediencia por la generación de un espacio social de reconocimiento: independencia política y desarrollismo productivo en el tercer mundo; «estado del bienestar» en el primero. Producción de masas y consumo masivo. Políticas de gasto público de corte keynesiano para incentivar la demanda, organización fordista de las relaciones salariares. Un «bienestar» basado en el consumo, identificado con el consumo, autojustificado por el consumo que, con la anuencia y la colaboración de las organizaciones clásicas de la clase obrera (que quisieron ver en ello una vía desarrollista de reparto de la riqueza, un camino al socialismo), redujo la conflictividad social y permitió además la extensión de la salarización a buena parte de los sectores sociales que hasta entonces quedaban al margen de la misma. La dinámica de la apropiación y de la explotación del trabajo ajeno tuvo entonces un auge insospechado; el sector de los servicios, el sector publico, el transporte, la sanidad, la educación, tradicionalmente relegados a la esfera de la reproducción social, se incorporaron masivamente a la dinámica productiva en lo que supuso una extensión social de las relaciones de fabrica o, si se prefiere, una refundación social de la explotación.
  Sin embargo, con este proceso no terminó el ciclo de la rebelión: se amplió, más bien, su base y su potencia. Si en las etapas anteriores la obligación de trabajar para otro derivada de la apropiación, la explotación y el dominio como normas de la relación social, se hacían evidentes en los ámbitos fabriles, ahora, la salarización de la mayor parte de las relaciones laborales y de sus correspondientes figuras sociales permitía que la percepción de la estructura del dominio fuera generalizada y, por eso, que las revueltas también lo fueran. Con la ampliación social de la zona de conflicto posible, la esfera del enfrentamiento no se atenía ya exclusivamente a las reivindicaciones sindicales clásicas y no consideraba tampoco que su exigencia de liberación tuviera que jugarse entre éstas y la toma del poder, entre todo y nada. La participación de una nueva clase obrera no-fabril, de un proletariado identificado finalmente con el conjunto de los sometidos al mando, en las revueltas de los años sesenta y setenta —en los alrededores del 68— (jóvenes, mujeres, minorías étnicas, estudiantes, trabajadores de los servicios públicos o de sectores tradicionalmente relacionados con las esferas de la circulación de mercancías, saberes o prácticas, individuos claramente abocados a un horizonte de explotación en proceso de ampliación, a un espacio de obediencia que se extendía como estupidez y espectáculo), marca los nuevos límites del conflicto en una realidad social que, aunque ha salido de los marcos de la relación-fábrica, no ha escapado a su ley de funcionamiento, que aunque ha ampliado los márgenes del enfrentamiento, no ha bajado en intensidad. Es esto algo que no entendieron —o no quisieron entender— muchos de los viejos militantes comunistas, pero que fue perfectamente comprendido por las nuevas multitudes que llenaron calles y transformaron su uso, que ocuparon fábricas, instituciones, hospitales, oficinas y centros de enseñanza, proyectando nuevas formas de usarlos y de ponerlos al servicio de la liberación posible, colapsando así el modelo social que el capital había intentado construir sobre la integración y el compromiso.
  No se trata de que los «movimientos sociales» hayan sustituido al movimiento obrero, como suele decirse desde la ausencia de pensamiento o desde la complicidad culpable. El proletariado, los explotados y sometidos a dominio para la apropiación, cuyo foco más consciente fuera en un tiempo el obrero fabril, como consecuencia de la reestructuración social continuamente regenerada por la lucha de clases, se compone de una forma nueva y estructura el enfrentamiento en una nueva escala: la de lo social en su conjunto, la de la dominación, precisamente. No tiene sentido hablar de «movimientos sociales» al margen del conflicto abierto entre la libertad y la explotación, entre la liberación y el dominio, como si «lo social» no estuviese atravesado y constituido por la fuerza del antagonismo. Están en esto afectadas todas las relaciones interhumanas, en lo productivo y en lo simbólico, en lo estructural y en lo microfísico. Lo social, en su conjunto, es el campo de batalla. La apropiación, la explotación y el dominio, son las cuestiones en juego. Y en esta partida, aunque a algunos les pueda parecer que desdibujados, sigue habiendo dos bandos.
  Con todo, la modificación producida en la superficie conflictual de las sociedades capitalistas no es un simple cambio de forma: del mismo modo que modifica las determinaciones del funcionamiento sistémico (que ahora, a partir de la extensión desbocada del consumo de masas, hace entrar en el mecanismo de la dominación el mito del acceso generalizado a la riqueza socialmente producida, el mito de la compra-siempre-posible) arroja también perspectivas de liberación totalmente nuevas y posibilidades de acción mucho más potentes. Cuando lo social es reconocido como el ámbito de la apuesta, cuando se abandonan las limitadas concepciones que entendían el enfrentamiento de clase constreñido a los limites de lo salarial-sindical y centraban la tarea revolucionaria en la estrategia y la actuación tendentes a una «toma del poder» que coincidía con la toma de los aparatos del Estado, cuando la dominación —y no ya sólo una cierta determinación de la relación «económica» o productiva— es reconocida como la clave, de la que las articulaciones económico-productivas de los distintos modos de producción son norma funcional pero no esencia, se ha producido un salto sin precedentes en la comprensión cabal del ciclo del enfrentamiento y se ha abierto un campo de una amplitud insospechada para la experimentación revolucionaria.
  Las visiones estrechas de la composición de la clase obrera, de su unidad esencial y de su naturaleza antagonista, han saltado por los aires; no más reducción a la consideración del puesto de trabajo, ni del tipo de mercancía producida; ni siquiera tiene ya sentido por sí misma la mera consideración de la cantidad del salario percibido ni la identificación del proletariado con la condición formalmente asalariada. Las determinaciones de la salarización son mucho más complejas de lo que la apariencia permite prejuzgar. A partir de la complejidad social producida en la segunda mitad del siglo XX, el proletariado está en cualquier puesto de trabajo y en cualquier sector del entramado socio-productivo: sin salario, con niveles de salario que apenas alcanzan a superar el nivel estándar de pobreza o con salarios comparativamente medios o altos, incluso entre quienes se han visto forzados a constituirse legalmente en trabajadores autónomos o auto-empresarios (la más novedosa modalidad del trabajo por obra o a destajo, que disfraza el salario como si fuera renta). Pero también en cada uno de esos lugares pueden encontrarse guardianes del orden que trabajan para la explotación y el dominio. Aunque pueda hacerse una aproximación sociológica a la descripción de la composición de clase del nuevo proletariado, el proletariado no es —nunca, en realidad, lo ha sido— una categoría sociológica. Si estadísticamente, y en un grado abrumadoramente significativo, la clase obrera se mantiene en los «niveles de vida» más bajos (algo que se sigue necesariamente de las condiciones de la apropiación y del reparto social de la propiedad y la riqueza), esa categoría descriptiva no tiene la determinación del concepto. El sometimiento a la relación salarial que permite identificar a la clase obrera no se mide por la efectiva retribución mediante el expediente formal del salario, sino por la separación estructural de la propiedad de los medios de producción que, precisamente, determina el salario como contra-valor del sometimiento. En una aproximación que sigue, con todo, siendo excesivamente formal, podríamos decir ahora:
  Nosotros, los obligados al trabajo, los sometidos a una relación de dependencia, a la generación de riqueza para otros, a la producción de unas mercancías (materiales o simbólicas) que no servirán para la liberación y la autonomía sino que reproducirán su bienestar y nuestra dependencia.
Ellos, los que se apropian del trabajo ajeno, los que mantienen bajo dominio las potencias liberadoras de la actividad humana reconduciéndolas para su beneficio, los que se han apropiado y cada día se apropian de lo que sólo es suyo por la fuerza. Los que estructuran su poder como sistema.
  Una distancia que el capital, en su funcionamiento, continuamente (re)produce.

  Tal fue la fuerza disolvente del orden que desplegaron las revueltas del nuevo proletariado, tal su capacidad de poner en cuestión los fundamentos de toda forma de dominio, tal el grado de desarticulación del poder que generaron sus apuestas por las relaciones cooperativas (sí, cooperativas, pero en el enfrentamiento; una cooperación que se desligaba de las exigencias del mando: eso fueron las cooperativas de producción y de vida, las «comunas» que se gestionaron de manera autónoma; eso fueron los movimientos contra las guerras imperialistas que en sus versiones más folclóricas clamaban por un mundo regido por el amor; eso fueron los movimientos de género, por la igualdad y contra la homofobia, que rompían la naturalización del dominio en las relaciones interhumanas; eso fueron las experiencias de comunicación horizontal; eso los movimientos contra la devastación del planeta por la barbarie desarrollista. Experiencias de auto-valorización). Fue tal la potencia constituyente de la clase obrera que emergía, que el restablecimiento de la obediencia exigió el retorno a la agresividad del amo amenazado. Si el compromiso fordista resultaba ahora peligroso, más valía olvidarlo: una ofensiva del capital sólo comparable a la que desembocó en los años treinta en la barbarie fascista se desató contra las conquistas obreras; pero ahora no se podía contemporizar ni errar el blanco. Se procedió a la liquidación física o simbólica de los desobedientes (así con los movimientos de revuelta en América Latina, con los elementos más activos de la minoría negra en Estados Unidos o con buena parte de los militantes de la izquierda radical europea) y al desarrollo de una estrategia de tierra quemada que recibió el nombre de neo-liberalismo.
  Con la ofensiva de las últimas décadas, el mito del rostro humano del capitalismo ha mostrado finalmente su verdadera esencia: falacia que la ideología del bien común alimentó para hacer tragar la bondad del compromiso y del acuerdo, de la resignación y la obediencia. Si algunos pensaron —supongamos que de buena fe— que era posible un bienestar de todos basado en la productividad y el consumo, si algunos creyeron que la concordia social era posible sin eliminar la propiedad privada de los medios de producción, sin socializarlos y devolverlos al común, su único dueño, despertaron pronto de su profundo sueño.
  Para frenar la revuelta instauraron regímenes dictatoriales y genocidas, organizaron guerras, promovieron por doquier legislaciones especiales de «emergencia», criminalizaron y encarcelaron activistas, procuraron maximizar el beneficio suprimiendo al mismo tiempo con el desempleo masivo la «seguridad laboral», diversificando las «zonas de inversión» en busca de «mano de obra» barata, desregulando o haciendo inefectivas las conquistas laborales y sociales logradas por la clase obrera a lo largo de décadas, forzaron flujos masivos de población, generaron bolsas de pobreza inauditas en un «mundo rico», jugaron a la especulación, comercializaron la desesperanza, desarticularon a toda una generación incentivando la dependencia a drogas consumidas en condiciones asesinas, reinventaron el pan y circo, la procesión y la pandereta, sazonaron el espectáculo ambiental con miseria y muerte. Y lo hicieron sistemáticamente.
  El Nuevo Orden Mundial exige la sumisión absoluta: en él sólo se está entre los elegidos siendo dúctil y maleable, teniendo «buen corazón» y bajando la cabeza.
  ¡Y todavía hay ingenuos que predican reivindicaciones «éticas»! ¡Y todavía hay quien habla de los «valores» de la izquierda! Son estúpidos o actúan de mala fe. No hay bien común posible cuando algunos son dueños de la vida ajena y la modelan o eliminan para su beneficio. Lo que es bueno para ellos, es para nosotros la muerte. Lo que para nosotros es bueno, para ellos es la ruina. No es una cuestión de valores sino de supervivencia. No cabe la igualdad sin arrebatarles lo que es nuestro.
  El modo de producción capitalista es una forma histórica de la organización del dominio. Lo es aunque cambie su rostro y sus adornos. Su tiempo es el de la explotación y el dominio. Lo es aunque algunos puedan vivir en él sin sentir el escalofrío de la muerte que provoca, aunque algunos puedan esconderse tras un silencio cómplice.
  Su espacio se ha modificado al ritmo de la resistencia, y con él, ciertamente, han cambiado sus ocupantes. Frente a los que viven de la explotación se configura ahora un proletariado que no tiene una identidad única ni una única sede productiva, que es multiforme y multi-identitario. Pero cambiar las fichas no elimina el tablero. La nueva clase obrera reúne a todas las etnias, a todos los géneros, a todas las edades; habla todas las lenguas, tiene todos los gustos, vive en todas partes, no tiene fronteras, ni banderas, ni credos: es omnipresente y proyecta por doquier la intensidad de su odio, la fuerza de su deseo. Es —y ahora más que nunca— la nueva multitud en marcha. Esa es la clave de su fuerza y el nuevo motor del cambio.
  El modo de producción capitalista, como todas las formas de dominio, tiene por sustento la apropiación, separando a la mayoría del control real de las condiciones que permitirían la actuación autónoma, impidiendo a la mayoría decidir el futuro. La salarización es la norma de las relaciones que en él se entablan, el trabajo obligado es su materialización productiva. El sometimiento es su resultado. La mediación es su estructura. Su tiempo es el de la muerte.
La historia no pasa en vano. La lucha de clases tiene esas cosas, modifica la articulación social del poder al ritmo del enfrentamiento, modificando al mismo tiempo las fuerzas y las posiciones de los contendientes. El proletariado, ahora, está en todas partes. La subversión puede aparecer en cualquier casilla del tablero porque la extensión de la salarización ha evidenciado la cualidad inmediatamente social —no sólo laboral, no sólo «económica»— del dominio.
  La nueva clase obrera, la nueva multitud, no se encuentra ya sólo en las fábricas sino que reaparece en todas las esferas de la (re)producción de las relaciones interhumanas. Y precisamente porque se extiende y se manifiesta en todos sus ámbitos, porque gestiona de hecho con su trabajo sometido todos los resortes que hacen posible la articulación social, podría, más fácilmente que nunca, organizar el mundo al margen del dominio, coordinar la actividad para una cooperación liberadora que hiciera borrón y cuenta nueva, que eliminase la posibilidad de la apropiación.
  Desde el 15 de mayo de 2011, el nuevo proletariado ha ocupado con sus luchas las calles de nuestro país. Lo que vaya a suceder de ahora en adelante sólo en las calles ocupadas se podrá decidir.

Juan Pedro García del Campo


“El nuevo proletariado” es un fragmento ligeramente modificado de Construir lo común, construir comunismo, publicado por Tierradenadie Ediciones:

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Vivir en Cospelandia: Hiperrealidad frente a realidad en Cuenca, por Pedro Peinado

Hace unas semanas, el secretario provincial del PP, nos sorprendió con unas declaraciones que el diario Voces de Cuenca resumía de esta manera en su titular: “Desde la llegada de Cospedal Cuenca por fin es prioritaria para un gobierno autonómico”. Sorprendente por no utilizar adjetivo más crítico, pues confirma que los dirigentes, militantes y votantes del PP viven en la realidad que ellos se han creado, huyendo del mundanal ruido y utilizando como mecanismo de defensa la negación de todo aquello que nos sucede al resto de ciudadanos. A ese estado de percepción es al que llamamos hiperrealidad y, resumiendo, consiste en la confusión de la realidad con la fantasía. Una persona que viva en nuestra provincia y no pertenezca a la secta, no podrá refrendar las palabras de Vicente Giménez y se decantará en opinar lo contrario: El cambio de gobierno en Toledo, a Cuenca le ha sentado fatal. Y es que la realidad no conjuga con la visión del político. 
  No es menester listar los perjuicios recibidos por la ciudad y la provincia. Sí recordar algunos: la instalación del cementerio nuclear, el acoso al hospital, la rebaja en la calidad democrática con multas a personas que se manifiestan en la calle o por utilizar un correo electrónico expresando pareceres contrarios a los del gobierno o dejar sin retribución a los diputados, reducir sueldos y despedir funcionarios, cerrar escuelas rurales y un largo etcétera que aumenta desdichadamente con el cierre de los servicios nocturnos de atención médica en diversas cabeceras. Eso es lo que está pasando, lo estamos viendo y lo contamos. 
  Las bondades de la llegada de Cospedal a Toledo quedan resumidas por el diputado, secretario general provincial y alcalde salvacañetero en una única frase: “Tras 28 años de estado de las autonomías, por fin Cuenca está en el centro de la política autonómica y está llegando a ser importante para proyectos de creación de empleo y de desarrollo, que es lo que necesita esta provincia.” 
  No enumera esos proyectos. Se rescinden a una expresión ambigua sin presentar resultados objetivos tras año y medio de gobierno. Así que vuelve a pedírsenos que hagamos acto de fe y soportemos un castigo inmerecido. Los resultados, por ahora, en todas aquellas promesas que se realizaron durante la campaña electoral han sido demostrablemente incumplidos y los indicadores sociales y económicos: las estadísticas de paro, la pérdida de población, de degradación de la sanidad, de la vida de los pacientes, de la masa educativa y de la desaparición de las políticas de bienestar; no certifican las afirmaciones de uno de los políticos con mayor responsabilidad en nuestra provincia. Se produce un desajuste entre la percepción visionaria y el día a día de los conquenses. Y a pesar de los salvajes ajustes, se tienen serias dudas que se cumpla con aquello que es el alma mater de la política del PP, por mandato de Merkel, controlar el déficit regional. 
  La alusión a proyectos de desarrollo venideros gracias a la llegada de la presienta, se rescinde a uno, la instalación de la ATC en Villar de Cañas. Harto es sabido que el cementerio nuclear es la mayor maldición que ha caído sobre nuestra tierra. Su presencia es y será una merma en la imagen de Cuenca, de los productos que desde esta tierra producimos para el mundo, centrados focalmente en los sectores de la agroalimentación y la oferta turística y de toda la industria o comercio auxiliar que generan. Junto a las seculares deficiencias en educación, incomunicación viaria y despoblación, la ATC es el cuarto jinete del Apocalipsis que los conquenses vivimos en la actualidad. Pasó el hambre, pasaron las guerras, las solemnes injusticias, pero han quedado sus resultados y nuestros abuelos, nadie mejor que ellos para contarnos las penurias en las que vivieron y lo que costó elevar un estado de semi bienestar que están dinamitando y no se puede pretender, que no contestemos y consideremos que Cuenca es al fin la agraciada de España, cuando la ATC no tiene ninguna gracia. 
  No convenceré a nuestro diputado. He aludido a secta en el párrafo inicial y lo hago de manera neutra, pues sectario es el comportamiento de nuestros gobernantes en el más estricto sentido de la palabra definida en el RAE en su tercera acepción como “Conjunto de creyentes en una doctrina particular o de fieles a una religión que el hablante considera falsa.” Que nadie se sienta insultado. El hablante considera falsa la doctrina de que la solución a la crisis se halla exclusivamente en la reducción del déficit a costa de nuestros derechos económicos, políticos y sociales y privatizando los sectores públicos. Falsa, dada que las medidas ejercidas no son meramente tecnocráticas, pues nacen inoculadas ideológicamente y sólo pueden imponerse, siguiendo la doctrina de la Teoría del Shock, en situaciones de extrema gravedad, sean estas una guerra, un cataclismo o una crisis económica, como la que atravesamos. Si bien, el PP, ganó la legitimidad de las urnas para ejercer el gobierno de la nación y de la región, con una mayoría indiscutible, cierto es también, que en su programa electoral presentado, no se corresponde a la acción de gobierno, existe un abismo insalvable entre las promesas –Iva, empleo, pensiones, etc. – y las medidas adoptadas. 
  Ahora bien, quizá haga mayor caso a uno de sus compañeros de partido y alcalde de Sisante, Pedro Garde, cuando declara en Radio Azul SER: “Nos tienen totalmente discriminados, marginados, apartados, abandonados y dejados. Aquí nos enteramos de todo por la prensa. Con amigos como éstos no hacen falta enemigos, y se lo digo a la presidenta y a quien se lo tenga que decir”. 
  Fuerte ¿no? El de Sisante ha abandonado la hiperrealidad, si alguna estuvo en ella y coincide con la mayoría despierta de los conquenses. El globo baja y no sube, pues lo hincharon de promesas y no le cosieron los sietes. Verlo subir, sin despegar es cosa de Cuarto Milenio. 
  Entiendo que un honorable alcalde de pueblo, que no está sometido al acta de diputado, ni tiene un cargo de relevancia en el partido, que en su día a día se debe a su pueblo y lo hace voluntariamente y por el bienestar de sus vecinos, tiene más libertad para reconocer lo que es una realidad palpable, de lo que es una visión alejada de ella que nos presentaba el diputado Giménez. Somos la provincia peor tratada de Castilla-La Mancha y, por ende, de España. 
  La entrevista al diputado, secretario general y alcalde Giménez no da para mucho análisis, dada la falta de contenidos mesurables, el abuso de lugares comunes y las respuestas edulcoradas, donde los malos son muy malos y los buenos están iluminados por la fe neoconservadora y podrán arrancar del sueño del olvido a nuestra provincia. Encuentro a faltar concreciones en algo que hace unos años el diputado Jiménez defendió como es la autovía Cuenca-Teruel, medidas contra la despoblación rural, por el desarrollo rural, industrial y estratégico de Cuenca, en fin, algo más que volutas de humo, compromisos para los ayuntamientos como el de Sisante o el mío que no recibe los importes de los convenios subscritos con la junta de comunidades. 
  Hasta que los conquenses no aceptemos nuestra realidad y asumamos que el desarrollo de la provincia está en nuestras manos y no dependen del cuerno de la fortuna nacional o de una varita mágica regional, no seremos capaces de salir de la medianía a la que nos condena la falta de población y nuestro débil peso económico. Carentes de esas dos variables, estamos condenados a una menor representación política e influencia en los centros de decisión, es por la prensa que nos enteramos de las medidas que nos afectan, según palabras del alcalde sisanteño, demostrando que no es cierto que seamos una prioridad para nadie, para serlo, sería necesario un gran pacto consensuado por la población y movilizarnos unitariamente en pos de la provincia, juntos todos los sectores afectados: productivos, sociales, culturales. 
  Lejos de ello, se nos quiere convencer de lo contrario, somos una prioridad para sus intereses, para solucionar sus problemas internos, pero sus prioridades no atienden las necesidades de la provincia, al contrario, la desmoronan. 

Pedro Peinado. 11 de enero de 2013. Serranía de Cuenca.

Imágenes de: http://lovewilltearusaznar.tumblr.com




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La matriz comunal: un criterio como medida de orientación, por J. Iglesias y E. García

Desgraciadamente es muy común y frecuente escuchar hoy cómo algunas personas progresistas o algunos grupos de izquierda realizan propuestas de medidas que confunden al llamar alternativas, pues muchas de ellas, incluida el decrecimiento, son medidas y no alternativas, no implican en ningún momento otra forma de organización social y además, evaluadas tras un corto momento de reflexión, cualquiera puede darse cuenta que más que combatir el sistema no hacen más que reforzarlo. Es por ello por lo que debemos tener claro al menos un mínimo criterio esencial que nos permita evaluar las características básicas que se han de dar en todo proceso hacia una sociedad utópica. Es lo que proponemos aquí como la matriz comunal: 


  Que su sistema de propiedad sea colectivo, comunal, no privado, pues eliminada la propiedad privada de los recursos productivos y materiales, el poder que ejercían los propietarios y el poder del Estado que protegía los intereses de los capitalistas se desvanece. Esta exigencia sobre la propiedad y sus consecuencias sobre el poder permiten reconstruir los demás sectores más determinantes de la vida comunal:

• Que su sistema de producción esté en régimen comunitario; que no explote al hombre ni despilfarre los recursos.
• Que su sistema de distribución sea equitativo; libre acceso de los bienes que satisfacen las necesidades básicas.
• Que la gestión del poder sea horizontal; no jerárquica ni despótica.
• Que su sistema de valores y afectos proponga y potencie el bien común: justicia, igualdad, fraternidad.
• Que mientras les exige a los ciudadanos y ciudadanas el respeto de la res pública, o del espíritu comunitario de la sociedad, la comunidad respete sus derechos individuales y al disfrute de su res privada.

   Según este mínimo criterio, podemos ver rápidamente cómo las propuestas denominadas “alternativas” no cuestionan la propiedad privada de la riqueza productiva ni las relaciones de producción de explotación y de reproducción social que se derivan de las mismas. Tampoco proponen producir bienes y servicios para ser distribuidos libre y equitativamente como bienes comunales. No proponen un cambio en la forma de gobierno, ni exigen y garantizan que este sea horizontal, entre iguales. La idea del bien común como filosofía del bien común no aparece por ningún lado, o al menos con la fuerza y el papel que ha de jugar en la composición de las características de una sociedad o de un proceso que se defina como anticapitalista y comunal. 
  No hace falta aclarar que esta matriz comunal no es el único criterio posible para saber si formulamos alternativas contra el sistema o simplemente medidas que actúan como tiritas cuando el capitalismo se autolesiona y tiene una herida, pero al menos es un criterio sencillo para que no nos den gato por liebre, como en el caso del decrecimiento, el consumo responsable, la banca ética, el comercio justo, los micro créditos, las empresas con responsabilidad social corporativa, el impuesto Tobin y un largo etcétera.

José Iglesias Fernández.
Enrique García Escamilla.
(Miembros de Baladre)

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Lucha todos los días como si fuera 25N, por el Comando Violeta

El colectivo Feminista Conquense, Comando Violeta, realiza murales reivindicativos sobre la lucha activa contra la violencia estructural que sufrimos las mujeres. 
  Desde Comando Violenta vivimos con indignación el trato que desde las instituciones y partidos mayoritarios se hace sobre las fechas “conmemorativas” para la mujer, cada 8 de marzo, 22 de julio, 15 de octubre, 25 de noviembre… utilizan estas fechas para “echarse flores”, o “echar pestes” sobre las políticas de género que hacen y deshacen, con una nota de prensa, acto público o una “silenciosa” concentración, como ocurrió en Cuenca el pasado 25 de noviembre. 
  Mientras que con la excusa de la crisis vemos como cada año las políticas sociales en materia de igualdad pasan a último lugar, y en la práctica no se realizan medidas efectivas para la realidad que vivimos, para eliminar todos los tipos de violencia que sufrimos las mujeres. 
  Con los murales realizados en varios puntos de Cuenca “Todos los días son 25N” queremos reivindicar, no solo la hipocresía de las instituciones en las fechas más significativas, sino también hacer un llamamiento de lucha contra la violencia que sufrimos todas a diario, ya que también es violencia machista: 

– Que una viuda tenga que sobrevivir con una pensión de 400€ al mes. 

– Que en una entrevista de trabajo me pregunten por mi vida sexual. 

– Que Cuenca sea la segunda provincia con más paro femenino. 

– Que nos obliguen a parir sin poder decidir sobre nuestro cuerpo. 

– Que una mujer por ser migrante sufra una triple explotación. 

– Que el 83% del trabajo doméstico y de cuidados lo realicen las mujeres. 




Comando Violeta 

Colectivo Feminista de Cuenca

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Lo llaman democracia y no lo es (I) ¿España un Estado de Derecho? ¡Alfon libertad!, por Fernando Del Amo Gómez

 “España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho…” Así empieza el artículo 1 de nuestra Constitución de 1978.
  En esta serie de tres artículos reflexionamos sobre la realidad de la “democracia española”. Empezamos por si podemos considerar a España como un “Estado de Derecho”, que se basa en la igualdad de todos ante la Ley. En un Estado de derecho son difícilmente explicables casos como estos: 
  1. Un miembro del PP con más de 30 multas de tráfico y con el carnet de conducir retirado en España causa un accidente con dos muertos en Cuba. Es condenado en juicio a 4 años de cárcel, una pena muy parecida a la que tendría en nuestro país. El Gobierno, que desatiende a más de 3.000 presos españoles en el extranjero, negocia su vuelta a España y acelera los trámites para que abandone la cárcel cuanto antes, espero que no conduciendo su propio vehículo. 
  2. Cinco agentes de la policía catalana golpean, mientras interrogan, a un rumano. La justicia les condena por un delito de torturas, que conlleva ingreso en prisión e inhabilitación. Pues bien, esos torturadores han sido indultados DOS VECES por el Gobierno, sustituyendo la cárcel por una multa total de 7.200 €. 
  3. Un empresario, según la policía, vendió muchas más entradas de las del aforo del Madrid Arena. Las medidas de evacuación, seguridad y asistencia médica son calamitosas. Se produce una avalancha y mueren cinco chicas. El empresario estaba en libertad y sólo la posibilidad cierta de fuga al extranjero, le obliga al juez a imponerle una fianza de 200.000 €, calderilla para el mundo en el que se mueve el individuo y las cinco muertes producidas. 
  4. Un joven de 21 años ALFONSO FERNANDEZ ORTEGA, ALFON, se dirige por la mañana a un piquete el día 14 de Noviembre. La policía le detiene en su barrio, Vallecas, junto a su compañera en libertad vigilada. Este joven continúa en prisión tras casi 2 meses en los que la policía no ha redactado el informe con la acusación. En comisaría es interrogado ENCAPUCHADO (era Moratalaz 2012, no Venezuela). De igual forma, encapuchados, registran el domicilio de sus padres y el de la peña del Rayo Vallecano a la que pertenece (los Bukaneros). Su situación penitenciara es la de preso de “especial seguimiento” (FIES), la “cárcel dentro de la cárcel”, como los más peligrosos terroristas, narcotraficantes o delincuentes violentos y peligrosos. 
  Son ya casi 2 meses en prisión preventiva, un tratamiento abusivo, indigno de una democracia que no lo es. ¡ALFON LIBERTAD YA! 

Fernando Del Amo Gómez es miembro de ATTAC-CASTILLA LA MANCHA.


Imagen de archivo de Cuenca Alternativa.

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Las cuentas del ferrocarril y de las infraestructuras de alta capacidad, por la Plataforma en Defensa del Ferrocarril Público y Social de Cuenca

 Con relación a la polémica creada durante los últimos días sobre la rentabilidad y eficiencia del ferrocarril y de otros servicios o bienes de carácter público, la Plataforma en Defensa del Ferrocarril Público y Social hace las siguientes consideraciones a la ciudadanía de Cuenca.
  RENFE y ADIF, de acuerdo con la Ley 6/1997 de Organización y Funcionamiento de la Administración General del Estado son consideradas Entidades Públicas Empresariales, reguladas en la presentación de sus resultados por el Sistema Europeo de Cuentas Económicas Integradas (SEC95). En consecuencia, los resultados que presenta Fomento sobre los servicios de RENFE responden a los criterios contables conocidos como EBITDA (Earnings Before Interest, Taxes, Depreciation and Amortization), que contemplan como ingresos los procedentes de la venta de billetes y como gastos los de personal, tracción, talleres y el canon por el uso de la infraestructura. Por tanto, debe aclararse que, de acuerdo con los criterios de la Unión Europea, no se contemplan ni el coste de la infraestructura, ni su mantenimiento, ni la inversión en trenes, ni los impuestos, ni la depreciación de la infraestructura y el material, ni la amortización de los créditos y, finalmente, tampoco se contemplan los intereses de la deuda que ha debido solicitarse para realizar el total del gasto. En la actualidad, los conceptos de intereses, depreciación y amortización, debido a que las líneas de alta velocidad llevan pocos años en funcionamiento, son elevadísimos. Solo en la línea de alta velocidad de Madrid-Valencia ascienden 295M€ (Abel Fernández, 2011) y que, como hemos examinado, no son imputados como costes. Por contrario, en el ferrocarril convencional estos costes son cercanos a cero, por estar amortizadas tanto la infraestructura como el material rodante.
  El Reglamento del Parlamento Europeo y del Consejo 1370/2007 sobre los servicios públicos de transporte de viajeros por ferrocarril y carretera establece que las Administraciones Públicas pueden intervenir en el sector del transporte público de viajeros para garantizar los servicios de interés general en unas condiciones de frecuencia, calidad y precio que el simple juego de mercado no hubiera permitido prestar. En cumplimiento del citado Reglamento, el Ministerio de Fomento siempre ha sostenido que iba a garantizar aquellos servicios justificados por razones de eficiencia energética, social, económica o medioambiental, porque es suficientemente conocido que las compensaciones de naturaleza no monetaria, que proporciona el ferrocarril en el conjunto de España, garantizan su eficiencia y rentabilidad. En este sentido, si consultamos la última memoria ambiental de ADIF, en el año 2010 los servicios ferroviarios de cercanías y media distancia, permitieron a la sociedad española un ahorro de 1.058,1 millones de euros, en costes externos y marginales de congestión.
  Por tanto, no sólo hay criterios económicos. En una sola semana se mueven más viajeros en el sistema de transporte de Madrid que en toda la red de alta velocidad española y si se derivasen todos los viajes a la carretera, Madrid quedaría colapsado. Además, en un gran país como España hay corredores estratégicos para la cohesión territorial en los que debe prestarse servicio, porque es evidente que el ahorro que facilita la red ferroviaria en el conjunto del país puede compensar la situación de territorios con menos riqueza y población.
  Respecto a la Directiva Europea relativa a la aplicación de gravámenes a los vehículos pesados de transporte de mercancías por la utilización de determinadas infraestructuras, de obligado cumplimiento para los estados miembros de la Unión Europea, que está en vigor desde 1999 (Directiva 1999/62/EC) y recientemente han sido revisada (Directiva 2011/76 EC), España no ha aplicado la normativa. Es decir, nuestro país no aplica la tasa conocida como Euroviñeta por el uso de un medio de transporte caracterizado por la Unión Europea como muy ineficiente y, al incumplir esta norma, no garantiza un marco de igualdad entre la carretera y el ferrocarril. En otra dirección, las empresas de aviación o las concesionarias de autovías, cuyos negocios fueron definidos como imprescindibles para el desarrollo regional, siguen recibiendo colosales subvenciones públicas para compensar sus deficitarias cuentas netas de explotación.
  Signifiquemos cómo el incumplimiento de la Directiva Euroviñeta, desde hace trece años, ha significado dejar de ingresar una considerable cantidad de dinero en el estado. Del mismo modo, haber dedicado esfuerzos a infraestructuras no justificadas-, ha restado esfuerzos a las partidas presupuestarias definidas en el estado de bienestar como: “bienes preferentes”: educación, salud, discapacidad/dependencia, pensiones, políticas de familia, infancia y vejez, desempleo, vivienda y exclusión social. Unas dotaciones económicas en las que España ocupa el último puesto entre el grupo de los quince de la Unión Europea. Esta política, que se ha desarrollado desde el comienzo del milenio, ha privilegiado a las grandes ciudades respecto al mundo rural, al empleo masculino centrado en el sector de la construcción frente al trabajo femenino sostenible dedicado a la educación y protección social y, definitivamente ha generado colosales trasferencias de rentas y oportunidades a los más pudientes desde los grupos que tienen menos recursos: mayores, personas precarias, mujeres y jóvenes. 
  Como fruto de estas políticas y de las normas contables de la Unión Europea (SEC95) –éstas sí de obligado cumplimiento para el Estado Español-, de acuerdo con las informaciones de ADIF, a principios de 2012 se necesitaban 28.115 millones de euros para llevar a término todas las obras iniciadas y no pagadas y había acumulada una deuda de 14.600 millones de euros. En total, un déficit equivalente al rescate bancario y que, una vez más, deberemos afrontar.
  En conclusión, el ferrocarril normal como servicio público y social tiene pérdidas económicas, pero fuertes compensaciones sociales, medioambientales y de cohesión territorial. Por otro lado, el Sistema Europeo de Cuentas Económicas Integradas aplicado a la construcción de las llamadas infraestructuras de grandes prestaciones ha contribuido decisivamente a la mayor crisis que nunca hemos padecido. Sus consecuencias: paro, deterioro de las condiciones laborales, misérrimas tasas de actividad femenina, gran desigualdad económica, cuestionamiento del estado de bienestar, enormes impactos ambientales y, por último, un fortísimo déficit, que se traduce en la deuda, que durante décadas deberemos pagar entre todas y todos.

Cuenca, 6 de enero de 2013

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Respuesta al Sr. Pérez Tornero, por IU Cuenca

No podía el Sr. Pérez Tornero dejar pasar el año sin deleitar a la ciudadanía conquense con una más de sus misivas, que no hacen sino ponerle más en evidencia…si cabe. 
  No deja de seguir mostrándonos cómo él está por encima del bien y del mal y en posesión de la verdad absoluta; de esta forma es natural que cualquier cosa le resulte incomprensible. 
  Vamos a intentar ir respondiendo una a una a la serie de dislates que el portavoz (no le podían haber dado mejor responsabilidad) socialista lanza en su escrito. 
  Considera usted que todos son “malos” y lo único que quieren es atacar hacerle “pupa” al PSOE: mire, no recordamos una argumentación tan pueril por parte de un responsable político desde hace mucho, mucho tiempo. 
  En Izquierda Unida tenemos por norma analizar los hechos y valorarlos con posterioridad. Por tanto no se ponga vendas ni sea tan cortito para pensar que lo que decimos es sólo por atacar a su partido para “sacar rédito político”. Y si piensa que la cacicada que acaban de cometer es susceptible de generar réditos políticos es que se dan perfecta cuenta de que lo que hacen es censurable por parte de los ciudadanos; por tanto tienen fácil la solución. 
  Y no tiene mejor ocurrencia que volver otra vez al esperpéntico discurso de “la pinza”: por favor señor Pérez Tornero, esto ya está pasado de moda y no se lo cree nadie. Pensábamos que tendría argumentos más consistentes para rebatir nuestra posición, pero ¡la pinza!....actualícese un poco, por favor. 
  De todas formas, si de pinzas anda el juego le podríamos recordar las infinitas veces en las que PP y PSOE han votado en el mismo sentido para mayor desgracia de los trabajadores de este país. Pero para no extendernos le recordamos la última: en solo una semana se pusieron rápidamente de acuerdo unos y otros para modificar la Constitución en el artículo 135 y de un plumazo hacer que el pago de los intereses de la deuda (legítima e ilegítima) tenga prioridad a las necesidades de los ciudadanos de este país, y que por tanto esos pagos se antepongan a los gastos necesarios de Educación, Sanidad, Asistencia Social, creación de empleo…y si nos quedamos en el nivel local, en Cuenca, fueron juntitos a forzar que la estación del AVE estuviera junto al vertedero, a varios kilómetros de la capital, o mantener una política municipal basada en la especulación del ladrillo tanto unos como otros, pues aquí también estaban de acuerdo, que ha llevado al Ayuntamiento a la situación crítica en que se encuentra. No tuvieron problemas (y usted levantaba la mano) para aprobar peticiones de préstamos a los bancos que suponían verdaderas temeridades, como el que pidieron para las sedes de representantes sociales. O regalarles a los empresarios terrenos justificándolo como que éstos “son una organización sin ánimo de lucro”. O defendiendo la existencia de EMPUSER, luego SIM, cuando el Ayuntamiento perdía alrededor de UN MILLON DE EUROS ANUALES. Quizás desde la nube en la que se ha instalado usted esto sí le resulte comprensible. Porque para mentes tan despejadas lo de defender la gestión pública del agua ¡eso sí que es incomprensible! 
  Izquierda Unida se ha mantenido antes y ahora en la misma postura: contra la privatización de la gestión del agua. Son ustedes los que han cambiado, porque cuando lo hace el PP está muy mal, pero cuando lo hace el PSOE…no es “privatizar”. Claro, que lo mismo defiende el Sr. Rajoy con lo que hace con la Sanidad y la Enseñanza. 
  Por más vueltas que le quieran dar, lo que van a hacer es gestionar el agua desde una empresa de dudosa viabilidad SIM (miren las cuentas) exclusivamente para conseguir dinero que transferir vía canon al Ayuntamiento para que éste pague las deudas de la bochornosa gestión económica que ambos han hecho: el propio Sr. Alcalde reconoció públicamente que era la primera vez que se hacía en España, así es que no nos cuente más historias. Van a hipotecar este servicio durante 25 años, y van a tener a los sucesivos Gobiernos municipales con las manos atadas…Van a poner precios privados al agua y no Tasas, por lo que sacarán beneficios a costa de todos nosotros para seguir financiando una organización municipal que es inviable. Y además utilizan la vergonzosa fórmula de la amenaza y el chantaje a los ciudadanos amenazando con despidos a los trabajadores. 
  Pero sobre todo, Sr. Portavoz, se permite el lujo de dar clases de defensa de lo público y de poner en tela de juicio el trabajo que desde la Plataforma se realiza. Es insultante que se utilicen estos términos cuando éste partido ha privatizado todo lo que le ha venido en gana (o lo que los amos le han mandado) desde que llegó al Gobierno Felipe González. 
  Sr. Pérez: consulte datos y verá quien comenzó la privatización de Fenosa; quien aprobó la ley que permite la gestión público-privada en Sanidad; quien empezó a privatizar Telefónica, así como Repsol, Argentaria y Tabacalera. Nos gustaría saber si su apuesta por lo público que tanto airea ahora la utilizó en esos momentos, o cuando el Sr. Blanco, miembro del último Gobierno socialista pretendió privatizar parte de la Lotería Nacional y determinados aeropuertos, o más cercano cuando el Ayuntamiento de Cuenca, siendo alcalde el Sr. Cenzano, privatizó servicios municipales. No recordamos que dijera ni pío entonces. 
  Para que tome algunas notas, le transcribimos lo que decía D. Guillermo de la Dehesa, correligionario suyo y alto cargo político con su partido ¡en Enero de 1.993! A ver si se pone al día de lo que sobre privatizaciones plantean los suyos: “En definitiva la privatización española se puede considerar más heterodoxa que la británica, la francesa o la chilena pero ha permitido, sin hacer mucho ruido, reducir el tamaño del sector público productivo, sanear financieramente a las empresas que no se han privatizado totalmente y, en general, mejorar la competitividad de las empresas privatizadas ya que, sin duda, el principal objetivo de cualquier privatización debe de ser la búsqueda de una mayor eficiencia, y esta se ha conseguido mejorar en la mayoría de los casos al pasar dichas empresas públicas a manos privadas más expertas …” 
  Queda clara la apuesta por lo público que defienden…Claro que luego con pedir perdón por video todo se soluciona ¿verdad? 


Fotografía: IU Cuenca.

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